Carta abierta a los jóvenes de Flor Zapata Ruiz, madre de Helena
En abril de 2005, mi hija Helena, la única que tenía, murió por el impacto recibido en su coche por un vehículo cuyo conductor conducía bajo los efectos del alcohol. Ella tenía solo 20 años.
Por ello quiero compartir con vosotros estas reflexiones.
Las muertes en carretera de los jóvenes de 18 a 20 años representan, del total de la población, un 8%, y de 21 a 24 años, un 11%. Esta sangría tiene que acabar.
No podéis convertiros en solo una estadística para esta sociedad. Nadie pide hacer una manifestación por esta pérdida y se producen más víctimas que por cualquier tipo de terrorismo o por cualquier enfermedad. Parece algo normal, los jóvenes beben, corren, circulan a altas horas de la madrugada. Estos no son motivos para morir. Hay jóvenes responsables, que no corren, que no beben, que mueren a las cuatro de la tarde, como es el caso de Helena. El presunto culpable de la muerte de mi hija no sufrió ningún daño físico, no se le ha retirado el carné y no está en prisión.
De nada sirve retrasar la edad de obtención del carné de conducir o inculcar miedo, tampoco que los jóvenes no conduzcan por la noche, éstas no son soluciones. La solución pasa por formar personas responsables, por aplicar las leyes a los culpables con máximo rigor y por cambiar modos y costumbres, es decir, no conducir bajo los efectos del alcohol, ni jóvenes ni adultos, no lo permitáis.
Todos tenemos una parte de culpa. Primero, los que producen los accidentes, después los fabricantes de coches preparados para correr más de lo autorizado, los políticos, que no consiguen con sus propuestas proteger la vida de los jóvenes, los jueces que no aplican el máximo de las penas o castigos ejemplarizantes, los padres que lloran las pérdidas y gritan, pero no consiguen que nadie les escuche.
Sois el futuro y nuestro futuro. ¡Despertad! No dejéis que os arrebaten la vida y nadie pague por ello. No dejéis que la gente se acostumbre a pensar que tenéis que perder la vida, es demasiado pronto, tenéis muchas cosas todavía por hacer. Por una vez no esperéis que los demás os resuelvan los problemas, implicaros en cambiar este mundo. No podéis pasar a la historia como la generación del teléfono móvil, los mensajes con un nuevo vocabulario (donde faltan la mitad de las letras) y cada fin de semana uno o más jóvenes pierden la vida en un accidente de tráfico. A Helena le encantaba conducir. Estaba llena de vida y alegría, ella os habría mandado este mensaje: “¡Quiero Conducir, Quiero Vivir!”.
Compartid con vuestros padres esta carta, ellos recordarán una canción de nuestra época que decía así “…no, no señor, yo no estoy loca, estuve loca ayer, pero fue por amor…”. Y yo en este momento os digo: sí, estoy loca, pero es de dolor.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena
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En memoria de Helena, que murió por el alcohol que ella no tomó
Flor dirigió esta carta a los amigos de su hija al poco tiempo de morir Helena. Pero el deseo de que su mensaje calase en el mayor número de jóvenes posible le empujó a hacerla pública y a lo largo de los últimos años se ha publicado en los medios más importantes de nuestro país.
Helena estaba llena de vida y le encantaba conducir. Un grito por la vida que su madre plasmó en unas pegatinas para poner en el coche, en la moto, en la bicicleta o en el casco. Una pegatina por la seguridad vial con la firma de Helena, con un lema en protesta contra los mal llamados accidentes de tráfico.
Flor tiene muchas pegatinas, una para cada joven o persona que, como Helena, esté repleto de vida y alegría y quiera sumarse a esta campaña contra la violencia vial. No están subvencionadas por nadie, están pagadas con el dinero que, según dijeron, valía la vida de Helena.

Gracias, Maite Cañamares, por la publicación de la carta y por las palabras tan bonitas. Y sí, esa fue mi intención cuando escribí esta carta, que los jóvenes salvasen sus vidas, que no se quedaran en una carretera. Sabía que tardaría mucho en conseguir justicia, si es que lo conseguía, pero sí podía hacer algo por cambiar usos y costumbres, alertar a los jóvenes de lo bello que es vivir y lo fácil que se puede perder la vida. Y el dolor tan inmenso que nos queda a los padres. Ojalá cada joven llevara una de estas pegatinas, ese grito por la vida: ¡Quiero Conducir, Quiero Vivir!