Andar por la calle de forma correcta son reglas de educación vial no escritas que la mayoría de nosotros estamos tendiendo a olvidar.
La Ley de Tráfico y Seguridad Vial aprobada el pasado 20 de marzo establece para los peatones la obligación de someterse a pruebas de alcohol y drogas cuando éstos estén implicados en un accidente de tráfico o cometan una infracción. El Reglamento General de Circulación enumera conductas sancionables con multas para el peatón que no observe las normas básicas de uso de la vía: caminar por zonas peatonales, cruzar solo por zonas señalizadas y cuando el semáforo está en verde, etc., etc.,… Dichas reglas están establecidas para evitar siniestros viales que pongan directamente en riesgo la seguridad del peatón o la de otros usuarios de la vía. Pero, ¿qué ocurre con todas esas normas que, aunque no escritas –al referirse únicamente a buenos o malos modales de educación–, nos facilitaban la buena convivencia en la calle?
El “protocolo” del buen peatón
Que no se asuste nadie porque no intentamos resucitar aquí antiguos catecismos como el famoso compendio de “Urbanidad y buenas maneras” de Manuel Antonio Carreño, impulsor de lo que hoy se conoce como protocolo y etiqueta. Tampoco queremos encumbrar métodos de enseñanza antiguos de los años 40 y 50 del siglo pasado, cuando la formación intelectual era menos importante que orientar a los jóvenes en la forma de convertirse en señoritas y caballeros. Nada más lejos de nuestro intención. Lo que sí pretendemos es recordar pequeños hábitos de convivencia, en la actualidad cada día más olvidados, que tradicionalmente nos hacían la vida más fácil.
Porque ¿recuerdas eso de “Antes de entrar, deje salir”? Hasta hace bien poco nos encontrábamos pegatinas con esta información en las puertas de los algunos grandes comercios, en las puertas del tren o del metro, en casi todos los accesos que hacían simultáneamente las veces de entrada y salida. Con el tiempo, esta señal ha ido desapareciendo por antigua, pero no por ello ha dejado de estar vigente la norma. Pues lo mismo podríamos decir que ocurre a la hora de caminar en la calle: que tradicionalmente han existido reglas que, por no estar indicadas por escrito, no deben considerarse por ello obsoletas o anticuadas. Sin embargo, las desconocen muchos de nuestros jóvenes porque ya no se enseñan a los niños.
Éstas son alguna de ellas:
1. Siempre debemos caminar por la derecha de la acera. Dependiendo de nuestra dirección: lo más pegados posible a la pared o, por la parte más exterior, dejando la zona interior de la acera para los que nos vienen de frente. Igual que los coches por las calzadas de doble dirección.
2. Si viene alguien de frente hacia nosotros, debemos mantener nuestro sitio –la derecha–, siendo la otra persona la que deberá desplazarse a la izquierda, es decir, su derecha (lado exterior de la acera). Solo deberemos ceder el paso, por educación, ante una persona mayor o alguien que venga cargado.
3. Si nos encontramos con amigos o conocidos no debemos pararnos a conversar ocupando toda la acera, obligando a otras personas a sobrepasarnos por la calzada. Trataremos de retirarnos a un sitio más apartado donde no estorbemos al resto de peatones. Hoy en día es imposible caminar por una calle en la que se ubique un instituto si intentamos cruzarla a la hora del recreo de los alumnos o qué decir tiene de atravesar la acera de un bar un domingo a la hora del aperitivo desde que existe la obligación de fumar en la calle…
4. Si caminamos en grupo, no invadiremos todo el ancho de la acerca obligando a cedernos el paso a los peatones que no encontremos de frente.
5. Enseñaremos a nuestros hijos a caminar a nuestro lado: jugando y corriendo por la acera pueden dar un empujón e incluso tirar a otra persona al suelo. Imagínate lo que puede ocurrir si la otra persona es un anciano o una anciana.
De tan básicas y sencillas que son, puede que pienses que ¡vaya tontería recordarlas! Si vives en una ciudad y esta tarde te das un paseo por la calle, juega a contar cuántas personas te toca esquivar por la acera.
