Para 2014 habrá una red de 70 kilómetros de nuevos
ciclocarriles en el centro de la capital.
La M-10 ya está terminada y en uso. Había varias alternativas para realizarla y el Ayuntamiento optó por la más económica: la creación de 9,8 kilómetros carriles bus en lugares en los que no había todavía y en los carriles contiguos, hasta 10,3 kilómetros de ciclocarriles, identificados con marcas de limitación de velocidad y bicicletas en la calzada. Estos carriles también podrán ser usados por vehículos a motor, pero a una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora.
Los ciclocarriles como vías ciclistas no son nuevos en Madrid, donde ya existe el eje Mayor-Alcalá. Ni siquiera gustan demasiado a los colectivos ciclistas, poco partidarios de las vía segregadas. Lo que no puede negarse es que pacifican el tráfico, y son rápidos y económicos de hacer, lo que facilita su extensión. Ni siquiera son obligatorios para los ciclistas, pero sí recomendables por seguridad.
Para Iñaki Díaz de Etura, de la asociación madrileña Pedalibre, “estos ciclocarriles vienen a sumar. Son positivos. Otra cosa es cuánto suman. Hay gente que se queja de que son demasiado poco. De hecho, suponen poca diferencia para el que ya circula en bici. Y el que no lo hace, no se va a animar porque se haya creado una M-10. Sin embargo, visibiliza la bicicleta. Eso sí es una aportación, que el resto del mundo se entere de que la bicicleta existe”. Su consejo para todos aquellos que temen ir en bicicleta entre el tráfico madrileño es que prueben a recorrer la M-10 un domingo, cuando hay menos tráfico.
La M-10 comprende las rondas y bulevares: ronda de Toledo, ronda de Atocha, paseo del Prado, paseo de Recoletos, Génova, Sagasta, Alberto Aguilera, Marqués de Urquijo, pinto Rosales/Ferraz, Bailén y Gran Vía. En estas calles se han pintado 67 “avanza bicis”, que ahora comparten los primeros metros antes de los semáforos con las motos.
70 kilómetros de ciclocarriles
A la M-10 se sumará en los próximos meses una red de 70 kilómetros de ciclocarriles por la zona centro de la ciudad, lo que constituirá toda una malla de carriles de circulación lenta que convertirá a Madrid en una ciudad más amable para los ciclistas. El Ayuntamiento espera que todo ello ayude a impulsar el uso de la bicicleta, con la consecuente reducción de la contaminación. De hecho, toda esta red de ciclocarriles forman parte del Plan de Calidad del Aire del Ayuntamiento y se costean con los fondos adicionales recaudados son el aumento del precio de los parquímetros.
La apuesta municipal por la bicicleta se completa con la red de aparcabicis, que cuenta ya con 1.242 plazas. Además, en el primer semestre de 2014 se pondrá en marcha el sistema de bicicleta público, que en una primera etapa contará con 120 estaciones de anclaje y 1.560 bicis a disposición de madrileños y visitantes.

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