«Hace años, cuando era niña, íbamos todos al colegio a pie y sin la compañía de nuestros padres. Ahora eso es impensable. No puedo dejar que mis hijos vengan solos a clase, el camino no es nada seguro». Así habla Susana, madre de dos alumnos del colegio público Juan Zaragüeta (en Hortaleza). El centro escolar está encajonado entre carreteras de alta densidad de tráfico (la M-40 y la M-11), en mitad de un polígono industrial y aislado por las vías del Cercanías. Pero no solo eso. Además, sus 450 alumnos soportan el ruido del tren y los coches, el polvo de una cementera situada a 10 metros y la insalubridad de un solar olvidado por el Ayuntamiento. «Tenemos todos los males. Tendrá que ocurrir alguna desgracia para que hagan algo», lamenta José Manuel Colodras, presidente de la Asociación de Madres y Padres (AMPA) del Juan Zaragüeta.
Hay que garantizar a los más pequeños una ruta segura desde su casa al centro escolar. Este centro educativo es sólo uno más entre las decenas de colegios de la región que están situados en entornos insalubres o peligrosos para los desplazamientos a pie, según denuncian asociaciones de padres de alumnos y grupos vecinales. El propio Ayuntamiento de Madrid reconoció el problema hace años. En 2008, el entonces alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, presentó el proyecto Camino Escolar Seguro, una iniciativa para «garantizar a los más pequeños una ruta segura desde su casa hasta el centro escolar».
En aquel momento, el Consistorio se marcó el objetivo de que «en 2012 cerca del 50% de los centros escolares de la ciudad» tuvieran un «entorno seguro en un radio aproximado de medio kilómetro». Este porcentaje equivaldría a algo más de 200 colegios. Sin embargo, un año después de que se haya cumplido el plazo, el proyecto sólo está implantado en 22 centros de Infantil, Primaria o Secundaria (aproximadamente, el 5% de todos los centros públicos de la capital), según datos del área de Medio Ambiente y Movilidad.
La iniciativa consistía en realizar obras en las calles (ampliando aceras y poniendo vallas), disminuir la velocidad del tráfico en el entorno de colegios, aumentar la vigilancia policial y enseñar educación vial a los chavales. El Ayuntamiento no explica cuál es el motivo de que el proyecto se haya frenado y defiende otras medidas tomadas, como los controles de velocidad junto a las escuelas o la labor de los agentes tutores. Mientras, el presidente de la FAPA Giner de los Ríos, José Luis Pazos, cree que está «parado por razones presupuestarias, a pesar de que era un plan que no necesitaba demasiado dinero». En cualquier caso, «los padres estamos ahora más preocupados por los recortes en el sistema educativo que en el entorno de los colegios», señala Pazos.
El peligro para el rendimiento escolar de los alumnos está más claro en el caso del ruido. Un ejemplo es el colegio Lourdes, situado a escasos metros del Paseo de Extremadura (en Batán). El nivel sonoro provocado por el tráfico en esta carretera supera los 55 decibelios, a partir de los cuales el ruido es perjudicial para la salud. En el centro han tenido que tomar medidas para insonorizar las aulas.
En el resto de la región, los grandes ayuntamientos aseguran que trabajan para «mejorar la seguridad» de los escolares. En Móstoles se está implantando el programa Camino Escolar Seguro en siete colegios. En Fuenlabrada no tienen un proyecto como tal, pero sí han ensanchado aceras cerca de escuelas y destinan allí a policías municipales. El Ayuntamiento de Leganés promovió un plan para limitar la circulación de vehículos privados en las inmediaciones de varios centros. También en San Sebastián de los Reyes se inició un proyecto similar.
Fuente: 20 minutos