Todas las bebidas alcohólicas indican en sus etiquetas su graduación en alcohol. Una cerveza normal, dependiendo de la marca, tiene entre un 3 y 5% de alcohol; las “SIN” no son tan “sin” y se denominan así por tener menos de 1,2% de alcohol. Y las 0,00 son lo más parecido a lo propiamente definido como “sin alcohol”. Y aún así, dependiendo del fabricante, contienen entre un 0,01 hasta 0,09%.
No existe una cerveza 100% sin alcohol, solo sería zumo o agua de cebada. Para producir cerveza se necesita un proceso de fermentación y dicho proceso produce alcohol. ¿Nos mienten entonces en la publicidad? No exactamente, aunque tampoco en los anuncios nos confiesan toda la verdad, a no ser en letra muy chiquitita. Según la legislación vigente, una cerveza con una graduación de alcohol inferior al 1,2% se puede denominar “sin alcohol”. Esta “trampilla” es lo que hizo que los fabricantes empezaran a elaborar cervezas 0,0 como auténticas sin alcohol, englobando bajo este grupo todas las cervezas con menos de 0,09% de graduación alcohólica.
Esta clasificación lleva indignando desde hace años a médicos nutricionistas, a terapeutas y exalcohólicos, por citar algunos ejemplos. Porque un exalcohólico puede echar a perder todo su esfuerzo por abandonar su dependencia tomándose una de estas cervezas denominadas SIN. En este caso, no hay duda: un alcohólico no puede tener contacto con el alcohol. Su tasa real es 0,0.
Las nomenclaturas de las cervezas también perjudican a otros grupos de población, por ejemplo: adolescentes y embarazadas. En el caso de las embarazadas, los especialistas coinciden en que no deben consumir cervezas SIN durante las primeras etapas de gestación, pero concluido este periodo podrían tomar cerveza SIN de forma moderada y 0,0 al gusto, debido a su riqueza en ácido fólico, además de fósforo, potasio y magnesio.
Con una cerveza SIN a un adolescente no le pasará nada, pero tomadas habitualmente y en cantidad disparará un dispositivo de alarma que, más tarde o más temprano, podrá hacerle caer en el consumo de otras bebidas alcohólicas.
Pero ¿centrándonos en la seguridad vial y la conducción?
En este aspecto conviene insistir que los fabricantes cumplen la legislación en materia de contenido alcohólico de la cerveza al pie de la letra. Y es que es el Ministerio de Sanidad el que permite denominar como cerveza SIN a aquella que tiene menos 1,2% de alcohol. Esto avala campañas tan premiadas y que se repiten año tras año como “En la carretera, cerveza SIN” –en esta edición con moteros como protagonistas–, pero que se dirigen específicamente a consumidores habituales de cerveza normal y no a los que nunca consumen cerveza.
Y es necesario hacer esta aclaración antes de proseguir con la relación entre cerveza SIN y conducción, que depende lógicamente de la cantidad ingerida. Porque ciertas marcas presentan concentraciones de alcohol en sus cervezas SIN que, ingeridas en grandes cantidades, no dejan de ser peligrosas para la seguridad vial. En concreto: 3 cervezas SIN con un 1% aproximado de alcohol equivalen a tomar 1 botellín de cerveza normal o un vaso de vino.
Y esto nos obliga a hacer otra matización en este tema. El alcohol comienza a restar facultades para la conducción desde el primer trago y multiplica el riesgo de sufrir un siniestro vial a medida que aumenta el consumo: por dos, a partir de 0,3 gramos por litro de sangre; por cinco, entre 0,5 y 0,8 gramos, y así sucesivamente. Esto nos llevaría a un tasa cero de alcohol, a concienciarnos de que no se puede conducir ni con una copa, ni con un par de cervezas, ni después de llevar toda la tarde a base de cerveza SIN.
Pese al consenso de los especialistas en seguridad vial en este tema, las autoridades siguen sin atreverse a dar el paso de aprobar la tasa 0. Así que, si de lo malo, quieres que te recomendemos lo mejor: apúntate, mejor que a la SIN, a la 0,0.