Creados en 2003 para una escuela de Nottingham City, desde entonces son muchos los colegios que han colado a Bill y Belinda en sus accesos para impedir atropellos o, sencillamente, impedir que los vehículos aparquen en la acera. Eso sí, siempre con polémica. ¿Cumplen su función o distraen a los conductores? ¿De feos que son, asustan a los niños? Las opiniones se dividen a favor o en contra.
Bill & Belinda Bollards, así se llaman, son dos bolardos de poliuretano de un metro de altura, con forma de niño y niña, cuyo acabado se personaliza a demanda, ajustándose a las particularidades del uniforme escolar si el que los adquiere es un centro educativo o reproduciendo los esquemas de color corporativos de una localidad, si el responsable de la compra es una corporación municipal. Iver Heath, limítrofe a Londres, es el último ayuntamiento que ha optado por poner en sus calles estos bolardos que imitan a niños y su colocación ha vuelto a desatar toda una oleada de comentarios a favor o en contra que en esta ocasión, con los bolardos protagonizando los debates de seguridad a raíz del último atentado terrorista ocurrido en Barcelona, ha trascendido a toda la prensa nacional e, incluso, internacional.
“Horripilantes”, “como sacados de una película de terror”, titulaba The Telegraph, tras una recopilación de opiniones en contra, no solo por lo que consideran una “monstruosidad” estética, si no un auténtico desatino a nivel de seguridad vial, que puede tener el efecto contrario al deseado –impedir el paso o el aparcamiento de vehículos–, al aumentar la distracción de los conductores. Para dar énfasis a esta tesis, todos los medios recuerdan el grave siniestro que sufrió un motorista tras impactar contra uno de estos bolardos en Leicester, ciudad que implantó los “Bill & Belinda Bollards” en 2009. No deja de ser cierto que, desde que empezaron a usarse en 2003, más de un Bill y una Belinda han sido “atropellados” por conductores despistados aunque, salvo en el caso del motorista reseñado, en siniestros leves y de poca consideración.
Como dice Rod Dennis, portavoz del Royal Automobile Club’s (RAC): “independientemente de la estética, estos bolardos son capaces de llamar la atención de los conductores, enviando el mensaje claro de que hay niños caminando por la zona”. De esta forma, además de impedir el paso y aparcamiento de vehículos, lo que se invita es a reducir la velocidad de circulación. Porque fue precisamente esta doble funcionalidad la que inspiró a principios de este siglo a Stewart Thompson, responsable de la policía local de Nottingham City a proponer a “Billy & Belinda Bollards” a los premios “Safer Routes to School” de rutas segura al cole. Premiada la iniciativa, los primeros Billy y Belinda que se instalaron en Reino Unido fueron precisamente en Nottingham City, costeados con el premio metálico obtenido gracias al galardón.
