Las medidas de DGT son buenas, pero no suficientes. Se necesitan nuevas acciones, de más de calado político que técnico. La prioridad del ministro de Interior es lograr la convergencia de fuerzas políticas y administraciones en un Pacto de Estado por la Seguridad Vial para, desde este último, diseñar las nuevas estrategias y establecer las medidas que permitan reducir drásticamente la siniestralidad vial.
El ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, compareció a petición propia ante la Comisión de Seguridad Vial del Congreso de los Diputados para presentar las 15 medidas urgentes a ejecutar por la Dirección General de Tráfico para reducir la siniestralidad vial. Salvo actuaciones en materia de comunicación, todas son medidas técnicas de prevención, control y vigilancia, algunas mediante la implementación de nuevas tecnologías, que bien podía haber hecho públicas en rueda de prensa el nuevo director de la DGT, Gregorio Serrano. Pero el ministro quiso comparecer personalmente para dejar claro que, en gestión de la seguridad vial, su ministerio está dispuesto a ir mucho más allá.
A Zoido le duele cada persona fallecida y no intenta disimularlo cada vez que repasa el Balance de Siniestralidad 2016, hablando de tragedias humanas y familias destrozadas en lugar de número de muertos; al igual que es evidente que se limita a leer, porque como ministro le toca recordar, lo bien posicionada que está España a nivel mundial en materia de seguridad vial. Su tono de voz y su interlocución le delatan en el énfasis que le pone a su discurso, por ejemplo, al insistir en recordar que 1.160 fallecidos son solo un dato provisional y que desgraciadamente el balance definitivo de 2016 acabará convirtiéndose en una tragedia humana de vidas perdidas aún mayor.
“Voy a hacer todo lo que esté en mi mano para conseguir un Pacto de Estado por la Seguridad Vial”, repitió Zoido. Y quiso decirlo en el Congreso para dejar claro que va a hacer lo imposible por lograrlo desde su ministerio, buscando la transversalidad y la implicación de todos. Toca hacer política de seguridad vial. No hubo ni réplica ni desacuerdo. A todos los partidos les prometió que “haría lo imposible”. El ministro se comprometió a revisar la actual Estrategia de Seguridad Vial, aunque vigente hasta 2020, antes de tres meses, elaborar un Plan Estatal de Educación Vial, impulsar el Plan Estatal de la Bicicleta e, incluso, revisar y reformar si es posible la Ley de Seguridad Vial y el Reglamento de Circulación, ahí es nada. Para dar muestras de ello, anunció en Comisión que ya ha convocado para el próximo 14 de febrero al Consejo Superior de Tráfico, Seguridad Vial y Movilidad Sostenible –que no se reunía desde 2014–, un órgano consultivo en el que están representados todos los sectores del automóvil, motociclistas, ciclistas, peatones y asociaciones de víctimas, además de todos los partidos políticos y las administraciones autonómicas y locales.
En materia de seguridad vial, Zoido se alinea con la Visión Cero, a la que alude constantemente sin citarla de forma directa, un principio ético nacido en Suecia en 1997, cuyo fundamento es que vida y salud no pueden ser intercambiables por otros beneficios para la sociedad, es decir, que el único número de muertos y heridos en las vías públicas por el simple hecho de que nos traslademos o transportemos de un lugar a otro tiene que ser “Cero”. La Unión Europea se ha fijado este objetivo para 2050. ¿Utopía? Ojalá no. Lo que se ha demostrado en países como Suecia o Noruega es que, entre otras estrategias, a nivel político la más efectiva es la transversalidad: en este caso de Interior, Fomento, Industria, Empleo, Sanidad o Educación, en el desarrollo de todas las competencias que incidan, directa o indirectamente, en movilidad y seguridad vial. El ministro ya ha hecho público que trabaja con su homóloga de Sanidad en temas como medicamentos y conducción. La ministra de Sanidad, a su vez, trabaja con Educación en un Plan Estratégico de Salud Escolar y Estilos de Vida Saludable que intentará incidir, entre otras cosas, en el sedentarismo con medidas de movilidad escolar a través de programas de educación vial… Los acuerdos interministeriales han sido y continúan siendo el modelo de trabajo hasta la fecha. Pues bien, lo que pretende Juan Ignacio Zoido es dar un enorme salto hacia adelante –en línea con la Visión Cero, más holística–: la convergencia de todos los ministerios y administraciones en torno a un tema común, la Seguridad Vial y la Movilidad Segura y Sostenible. Y desde este prisma global de la seguridad vial, analizar, diseñar e implementar las medidas políticas específicas de cada ministerio o administración. Este es, muy en resumen, el espíritu del Pacto de Estado por la Seguridad Vial.
“No me voy a amparar en excusas”… “No hay tiempo que perder”… “Hay muchas decisiones que tomar y muchas medidas posibles de adoptar”… “No me vale ningún pretexto”… “Hay que sumar para restar”… “Hay que acabar con esto”… “Cada víctima es una tragedia humana muy difícil de superar”… Todas son frases de Zoido que contrastan, y mucho, con los mensajes de su antecesor. El actual ministro no quiere hablar de cifras, si no de personas y vidas perdidas. Y aunque indudablemente también Fernández Díaz persiguiese el mismo objetivo –reducir el número de muertos en nuestras carreteras–, la diferencia es que Zoido humaniza por primera vez la seguridad vial. Más preocupado y empático con el interés de salvaguardar la vida, el ministro antepone a la persona sobre la acción de la circulación, alineándose así con las víctimas de los siniestros viales a las que, de hecho, pondrá voz y rostro en la nuevas campañas de prevención de la DGT.
Zoido va en serio, lo dice por experiencia, ya se le ha escapado en dos comparecencias públicas. Su compromiso con la seguridad vial, además de político, es vivencial y va mucho más allá de la empatía con las víctimas. Dice, además, el ministro, que sus padres le enseñaron que el esfuerzo siempre da sus frutos y que no hay nada imposible en la vida. Suerte ministro en esta tarea, que de su suerte dependerá la de todos. Y ¡enhorabuena!