Fundación Línea Directa, en colaboración con FESVIAL (Fundación Española para la Seguridad Vial) acaban de presentar un estudio estudio –Impacto de los lesionados por accidente de tráfico en la Seguridad Vial. Análisis y evolución de una década (2006-2015)– que desmonta el imaginario de triunfalismo que vivimos en materia de seguridad vial.
Nos quejamos constantemente de que falta concienciación en materia de seguridad vial. Y algo tendrá que ver en ello que los últimos responsables de esta última insistan tanto en instalar en la opinión pública el mensaje de lo bien que lo hacemos, habiendo colocado a España en el podio de los países con menor tasa de mortalidad en carreteras. Las comunicaciones oficiales, que fielmente reproducen luego los medios de comunicación, se centran exclusivamente en este punto, en la evolución de la mortalidad. Y efectivamente, esto no se puede negar, la mortalidad ha descendido un 58% en la última década –desde las 4.104 personas fallecidas en 2006 a las 1689 en 2015–.
Pero hurgando después en las estadísticas, enseguida descubres que aunque, es cierto, el número de víctimas mortales ha descendido, el nivel de siniestralidad continúa siendo el mismo. En román paladino: que nos accidentamos igual, pero nos matamos menos. Pues aquí es donde precisamente ha puesto el foco el estudio que Fundación Línea Directa, en colaboración con FESVIAL, ha presentado esta semana: en la lesividad, en los daños corporales sufridos por una persona como consecuencia de un siniestro de tráfico. Y los resultados son profundamente desalentadores.
El número de siniestros viales con lesionados, es decir, en los que se producen heridos –leves o graves– y fallecidos, desciende únicamente un 2% en la última década: de los 99.797 de 2006, se baja a 97.756 en 2015. La evolución fue descendente hasta 2011, seguramente consecuencia de la crisis y de la reducción de desplazamientos, pero a partir de 2012 la cifra volvió a incrementarse, hasta volver a niveles prácticamente iguales a los de 2016.
Pese a que el número de fallecidos se ha reducido en casi un 60% en la última década, el de lesionados solo ha disminuido un 6%, lo que se traduce en que 1,3 millones de españoles han resultado heridos en un siniestro vial entre 2006 y 2015, el equivalente a un 3% de la población total del país. Como en el caso de la siniestralidad, la lesividad también se agrava a partir de 2012, exactamente un 16%.
Alrededor del 10% de los lesionados en siniestros viales son heridos de gravedad –sufren una media de 14 días de hospitalización y más de 200 días de rehabilitación–. De las casi 13.000 personas que cada año resultan heridas de consideración en un siniestro, más de 9.000 –el 70%– sufren secuelas de por vida.
Las salidas de la vía se conforman como el siniestro más peligroso para la integridad física de las personas y los alcances traseros, los que más lesionados causan. El perfil del lesionado es un hombre joven en la posición de copiloto, en un turismo antiguo que circula por vía convencional.
La lesividad se concentra más en las zonas costeras: Las Palmas, Pontevedra y Murcia son las provincias con más heridos en siniestros viales. En el lado contrario, Toledo, Segovia y Zamora, con la mitad de la tasa de lesividad que la media nacional.
Para Francisco Valencia, director general de Fundación Línea Directa, “durante muchos años, la sociedad española se ha centrado en combatir la mortalidad en carretera, pero esto ha provocado que la lesividad pasara a un segundo plano cuando, en realidad es el gran caballo de batalla de la seguridad vial”. Efectivamente, y como siempre se ha dicho desde la Comisión Europea, el número de muertos en carretera solo es la punta del iceberg, de ahí que cualquier tipo de estrategia en materia de seguridad vial debe orientarse no solo a reducir el número de personas fallecidas, si no también el de personas heridas. Y para lograr dicho objetivo, lo que hay que reducir es el número de siniestros viales. En román paladino: “a menos accidentes, menos heridos, menos muertos”.
Nota:
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