Es, sin duda, el titular de la semana: “Más conductores fallecidos por drogas”. Según un estudio de Fundación Línea Directa realizado en colaboración con FESVIAL, el 16% de los conductores fallecidos en los últimos cuatro años dio positivo en drogas, lo que supone un incremento del 7% desde 2012. Cocaína, cannabis, pero también psicofármacos.
El estudio “Influencia de las drogas en los accidentes de tráfico (2012-2015)”, presentado esta semana por Fundación Línea Directa y realizado en colaboración con FESVIAL, analiza a fondo la evolución del consumo de drogas ilegales en la conducción y los preocupantes efectos que producen en la seguridad vial de todos los que circulamos por las vías públicas. La conclusión a la que llega es alarmante: “mientras la presencia de alcohol ha descendido un 10% en el número de fallecidos al volante, las drogas han aumentado un 22%”. Otro dato significativo que señala es que “3 de cada 10 conductores sometidos a un control de drogas da positivo en alguna sustancia, cifra que se sitúa muy por encima de los positivos por alcohol (1,6%)”.
Los datos son escalofriantes, pero conviene analizarlos. Desde 2012, fecha en que la Dirección General de Tráfico comienza a realizar controles de drogas rutinarios, el número de positivos en estas sustancias ha aumentado significativamente porque las Agrupaciones de Tráfico de la Guardia Civil han multiplicado por 60 el número de controles y Policía Local ha empezado a realizarlos en sus respectivas localidades. Por el contrario, el número de controles rutinarios de alcoholemia no para de descender de año en año. Según datos de la DGT, reflejados en la Memoria Fiscal 2016, de los 6.336.997 controles de alcoholemia realizados en 2014 se pasó a 5.741.134 en 2015 (alrededor de 595.000 pruebas menos), y de 94.638 positivos a 80.388, respectivamente. Con respecto a la drogas, en 2013 se realizaron 4.563 pruebas de detección; 29.643, en 2014; y 76.040 en 2015. Esto supuso que en 2015 se detectaran alrededor de 26.000 positivos en drogas frente a los 9.454 de 2014, un aumento exponencial que puede achacarse, como dice la propia Fiscalía de Seguridad, al cambio de políticas de control y vigilancia de la DGT.
El informe, además de analizar el número de positivos sancionados por drogas y alcohol entre 2012 y 2015, estudia también a los conductores fallecidos por drogas y/o alcohol que cada año refleja la Memoria del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, y de ahí se extrae el dato de que el 16% de los conductores fallecidos en los últimos cuatro años dio positivo en drogas. Analizando esta Memoria, se constata que el número de conductores fallecidos con resultados positivos a drogas y/o alcohol desciende del 47,32% en 2012 al 43,10% en 2015, pero este último dato contrasta con el 39,09% que se alcanzó en 2014 cuando el número de positivos alcanzó su cota porcentual más baja. Extrapolando los datos en función del tipo de tóxico detectado –alcohol, droga y/o psicofármacos–, en 2015 el 68% fueron positivos a alcohol, el 31,6% a drogas y, ¡atención! el 26,5% a psicofármacos.
Y vale la pena detenerse en el tema de los psicofármacos, que al volante matan, porque si bien se hace mucha referencia a drogas como la cocaína y el cannabis en la conducción, poco se habla de la incidencia de estos medicamentos –estimulantes como las anfetaminas y depresores como los ansiolíticos–, que hoy en día nos recetan ya para todo los propios médicos de atención primaria y que son muy nocivos en la conducción por sus efectos sedantes, entre otros muchos efectos secundarios. Según la Agencia Española del Medicamento, el consumo de psicofármacos en nuestro país es tan grande, que lo normal es que ya lo consuman casi todos los mayores de 65 años. Lexatines, valiums y trankimazines invaden nuestras vida como si sentirse emocionalmente mal no estuviese permitido. Y como son legales, no se detectan en los controles de drogas porque, lisa y llanamente, no se persiguen. De ahí la queja de la propia Fiscalía de Seguridad Vial, la única que denuncia la muy limitada persecución penal del delito de conducción bajo la influencia de drogas debido a la carencia de garantías solo con analítica y todo por: “el problema derivado de las conducciones con resultados negativos al control de alcohol y drogas en que por la forma de conducir, comportamiento y síntomas externos, es claro se deben al consumo de medicamentos, no detectables en los aparatos, y que quedan impunes, con el elevado riesgo para la seguridad de las personas sometidas a tratamiento”.