Si los parques infantiles incorporan normativa, gestión de mantenimiento y rigurosos estándares de seguridad tanto en su componente como en su contenido, ya que van destinados al uso infantil, ¿por qué los entornos escolares no incluyen los mismos parámetros de seguridad vial, si están destinados al mismo público? La Asociación Nacional de Seguridad Infantil se ha hecho esta misma pregunta y ha decidido encaminar sus esfuerzos y acciones al fomento de la seguridad vial en la puerta de los colegios, declarando 2013: “año de la seguridad infantil en entornos escolares”.
Es evidente que los espacios viales frecuentados por menores deben estar adaptados a sus necesidades y características. Partiendo de la base de que las ciudades están construidas por y para adultos, las medidas de prevención y seguridad de estos espacios necesitan de una auditoria vial que detecte las deficiencias y ofrezca soluciones que se integren en la realidad de los municipios, consiguiendo beneficios de movilidad que repercutan en toda la población, priorizando la protección de los más vulnerables.
Como requisito básico: las familias deben cumplir con los requisitos de protección que los menores necesitan, sabiendo que son el ejemplo a seguir por éstos y el modelo de actuación que imitarán en el desarrollo de su autonomía como peatones y futuros conductores. Si nos acercamos a un colegio en las horas de entrada y salida podemos observar la cantidad de infracciones que se producen.
Entornos preventivos
Por parte de los responsables de la ordenación viaria y movilidad, el trabajo colaborativo con el resto de agentes implicados (familia y escuela) debe establecer las bases para crear estos entornos bajo los criterios preventivos que éstos requieren y que deberían considerar los siguientes conceptos:

©AENOR Infografía de “Seguridad en centros infantiles de 0 a 3 años”. Autores Mª Angeles Miranda Martínes y Mario Falcón Aliaga.
– Vía de circulación
Lo ideal es que sea peatonal o, como mucho, Vía 30 (reduciendo el riesgo de accidentes y la gravedad de la lesión en caso de producirse), de un solo sentido, ofreciendo mayor protagonismo a los peatones, evitando el tráfico de paso y reduciendo el número de automóviles que soporta la zona.
– Señalización
Los accesos a los centros educativos deben informar a los conductores, mediante señalización vertical y/o marcados viales de superficie, que se encuentran próximos a zona frecuentada por menores, de forma que extremen las medidas de precaución y reduzcan la visibilidad.
– Semáforos
La regulación en tiempo variable facilita la movilidad peatonal en momentos de máxima aglomeración (entradas y salidas del colegio), así como la circulación rodada el resto del tiempo. En el caso de existir cruces amplios, éstos deben contar con refugios peatonales para albergar a varias personas.
– Reductores de velocidad
Instalados previamente a los cruces de peatones, consiguen una desaceleración antes de la llegada al mismo. En este caso es fundamental la labor educativa de las familias al no cruzar entre automóviles o por sitios no establecidos.
– Pasos de peatones
Elevados o con rebajes en las aceras, cumpliendo con la accesibilidad del espacio y que deriven en lo posible a la zona más próxima a la puerta del centro educativo.
– Aceras y calzada
El estado de conservación debe ser óptimo para evitar las caídas de menores. La anchura de las mismas debe establecerse en función de la aglomeración de personas, niños, sillas de bebés…, siendo lo suficientemente amplias para albergarlas.
– Mobiliario urbano
La ubicación y distribución del mismo no debe suponer en ningún caso la obstaculización visual de peatones y conductores, de la misma forma que no debería obstruir los pasos de cruce o la reducción de las aceras.
– Estacionamiento
En centros destinados a la primera infancia se debe tener en cuenta la necesidad de estos menores de viajar en dispositivos de retención infantil adecuados a su peso y talla y la necesidad de las familias de disponer de espacios donde poder subir y bajar a los niños de estos dispositivos de forma tranquila. Deberían, por tanto, existir zonas de estacionamiento con limitación horaria para esta función. Sobre el tipo de estacionamiento, se recomienda los denominados en línea, evitando los estacionamientos en batería (para evitar la invasión de la calzada ante un despiste o imprudencia). Finalmente, los aparcamientos situados en las zonas de acceso principal o cercanas al colegio, deberían disponer de elementos de seguridad como espejos de visualización panorámica para evitar atropellos involuntarios.
– Vallas de protección y canalización de personas
Éstas deberían rodear todo el perímetro del centro educativo, estudiando la ubicación de los espacios abiertos en aquellos puntos donde se canalice a los peatones a los cruces establecidos para ello. El resto de vallado debe proteger a los menores de salidas sin control.
– Transporte público y/o escolar
El transporte escolar debe cumplir con los requisitos de seguridad que, aún no siendo de obligado cumplimiento, ofrezcan los beneficios de control. Conceptos de seguridad relativos son:
- Que los autobuses escolares contaran con SRI adecuados a los menores que los utilizan.
- Que dispongan de un estacionamiento propio y exclusivo, con visibilidad clara y donde no coincidan con peatones.
- Que no se inicien maniobras hasta que los menores estén o dentro del colegio o subidos al autobús.
- La utilización de sistemas de control y localización de menores que aseguren la ubicación de los mismos, evitando la marcha si falta algún niño por subir o que se quede en el interior cuando ha finalizado el servicio.
- Conocer los medios materiales y procedimientos de actuación de seguridad en caso de accidente. Realización de ejercicios donde todos los agentes se impliquen y sepan cuál es exactamente su función.
En definitiva, que la regulación de los entornos viales es vital para la prevención de accidentes y una responsabilidad compartida:
-
Por un lado, por parte de las administraciones y responsables de los centros, colaborando para conseguir espacios adaptados bajo los parámetros de prevención, recomendando incluir la vigilancia en aquellos puntos más críticos. Una ordenación que se debe basar en la protección de los niños, según sus necesidades y características, con el beneficio para toda la población que ello supone.
-
Por otro lado, recordar que los adultos somos responsables del control y educación continua de los niños. La sociedad, en general, fomenta y valora las clases de educación vial que los menores reciben en su etapa educativa y que incluyen valores como el respeto, la convivencia y la conciencia social. Todos conocemos las normas establecidas, pero pocos las cumplimos. De forma inconsciente, nuestras prioridades se encaminan más hacia objetivos personales que hacia los educativos. Debemos ser conscientes de que aquello que los adultos decimos y enseñamos (modelo a seguir) debe alinearse con lo que hacemos (coherencia de criterios), para llegar a conseguir la cultura preventiva que se persigue.
Nuestro agradecimiento a Mª Ángeles Miranda, auditora de riesgos infantiles de LOGIEDUCA vicepresidenta de la Asociación Nacional de Seguridad Infantil
Entre todos podemos mejorar la Seguridad Vial para los más peques.
Colabora con tu opinión.
