El transporte alternativo es una de las mejores medidas para evitar la siniestralidad vial asociada al consumo de alcohol y drogas los fines de semana.
El Jaibus, el Bizkaibus o el Euskotren en Euskadi; los “Voy y vengo” en Navarra; los búhos nocturnos de Burgos o Valladolid… Algunas comunidades autónomas, diputaciones provinciales y ayuntamientos apuestan, pese a la crisis, por servicios de transporte nocturnos que trasladan a los jóvenes a las fiestas de los pueblos cercanos.
Por Maite Cañamares
Los que, aún viviendo en grandes ciudades, somos de pueblo tenemos un calendario particular de verano que se mide, de fin de semana en fin de semana, en función de las fiestas: las de tu propio pueblo y las de los pueblos vecinos. No solo tienes ganas de ir, tienes que ir, no puedes perdértelas. Pero, por otro lado, eres consciente de que la combinación fiesta-alcohol-coche es peligrosa, que “si bebes, no conduzcas”, pero… ¿Se puede ir de fiesta sin coche?
Desde mi pueblo, Viana de Jadraque, una aldea tan pequeña como bella de Guadalajara, rotundamente NO. Ni de fiesta, ni al médico ni al colegio, allí necesitamos coche para todo. Pero desde Sigüenza, el pueblo más grande que tenemos cerca, a dónde vamos al médico o a estudiar, con un censo de casi 5.000 habitantes, tampoco. Fuera de las grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o Bilbao, es prácticamente imposible desplazarse de un municipio a otro sin coche.
Muchas campañas de publicidad han intentado fomentar la figura del conductor alternativo, el amigo que no bebe y se encarga de llevar de modo seguro el coche, pero hay que ser un “ángel” para aguantar todos los fines de semana haciendo de taxista de amigos cargados de copas. Además, y por más abstemio que seas, el cansancio después de toda una noche de fiesta ¿no debería considerarse también otro factor de riesgo en la conducción? Por otro lado, y en el otro extremo, las autoridades multiplican los controles de alcohol y drogas. No hay unidad de tráfico de la Guardia Civil que no esté 100% operativa un sábado por la noche. Pero no seamos ingenuos. Siendo de pueblo, ¿quién no sabe esquivar un control?
Transporte público alternativo
Se calcula que más de 10 millones de personas salen de fiesta cada fin de semana de verano. La mitad beberá alcohol. Y de éstos, un porcentaje altísimo usará su coche para volver a casa. Seguramente los que más “controlan”, dado que al renunciar a la única tasa segura –la del 0,0– nuestras autoridades continúan haciendo creer a nuestros jóvenes que todavía hay un margen en el que se puede compatibilizar alcohol con conducción responsable. Yo no lo creo, pero no viene al caso.
Sin duda, una de las soluciones a este problema de los desplazamientos de fiesta pasaría por el transporte alternativo, incentivando desde las instituciones programas públicos como “De fiesta sin coche” del Gobierno vasco o el “Voy y vengo” del ayuntamiento de Tudela (Navarra). Este último, por ejemplo, comunica Tudela con ocho municipios durante sus fiestas patronales mediante 6 trayectos de ida –entre las 0:30 y las 03:00h– y otros tanto de vuelta –entre las 02:30 y las 06:30 horas–. En 2013 lo usaron 3.629 personas y, dado el éxito, para el presente verano está previsto aumentar el servicio.
Hay más ejemplos a lo largo de nuestra geografía, pero no tantos como debería haber. Donde ya existen estas fórmulas, suelen estar promovidas por los departamentos de juventud de las diputaciones provinciales y a las mismas se van sumando los ayuntamientos grandes, generalmente cabeceras de comarca. La financiación suele ser conjunta: 50%, diputación; 50%, ayuntamientos. Pero estos últimos recuperan parte, si no toda la inversión, con el precio que suelen pagar los usuarios, entre los 2 y los 4 euros el trayecto ida-vuelta, dependiendo de los casos.
No hay dinero para pan y va “haberlo” para peras, dirán muchos. Pues nada me alegra más que contradecirles. Porque: ¿qué son los 21.982 euros de presupuesto total para 2014 del servicio de autobuses “Voy y vengo” de Tudela, comparados con los 219.000 euros de coste social –gastos en servicios de emergencia, costes médicos, hospitalarios y de rehabilitación, etc– por cada herido grave o los 1,4 millones de euros por cada persona fallecida en la carretera?
Me hubiera encantado poder ofrecer cifras comparativas de siniestralidad entre municipios que disponen de búhos nocturnos y los que no. Y de entre los que tienen este servicio, del antes y ahora. Pero mi amigo brigada me ha dicho que no deje de publicar este artículo por ello: “Que lo importante es defender que se puede evitar la siniestralidad vial asociada al consumo de alcohol con transporte alternativo; que es mejor solución que tanto anuncio y tanto control”. Y yo le he hecho caso porque, por una vez, estoy totalmente de acuerdo con él.
