El grito desesperado de la madre de una niña que murió atropellada en un paso de peatones se ha hecho viral en redes sociales. Desde Estados Unidos, Canadá, Australia, usando el hashtag #CrashNotAccident, miles de personas en todo el mundo piden que se deje de hablar de accidente de tráfico cuando el siniestro vial es consecuencia de la imprudencia y mala acción de un conductor.
Por Maite Cañamares
“En octubre de 2013, al girar a la izquierda, un conductor atropelló y mató a mi hija de tres años, Allison, cuando cruzaba de la mano de su abuela un paso de peatones en Flushing, Queens. Ellas tenían preferencia de paso, como demostró una grabación de video. La justicia no acusó al conductor de un delito, ni leve ni grave, solo le sancionó administrativamente por no ceder el paso (…) Mi historia es una de tantas”.
Así empieza el desgarrador testimonio de la madre de Allison publicado en el magazine wired.com el pasado mes de abril y que, coincidiendo con el aniversario de la muerte de la niña, ha vuelto a hacerse viral en redes sociales. Los padres de la pequeña son miembros de Families for Safe Streets (lo que viene a traducirse como Familias por Calles Seguras), una organización norteamericana que la pasada primavera lanzó una campaña de concienciación para que cambiar la forma de hablar sobre los siniestros viales –que no accidentes–: #CrashNotAccident.
El objetivo de la campaña va más allá de proponer un uso correcto del lenguaje. Se trata de concienciar de cómo la palabra “accidente”, aplicada a los siniestros del tráfico, ni es un hecho accidental, valga la redundancia, ni surgió espontáneamente entre la población. “Accidente”, aplicado al tráfico, nació para proteger la expansión de la industria que más beneficios ha dado en el último siglo, el transporte, y evitar que algo tan obvio como los delitos del tráfico, los cometidos con vehículos por conductores imprudentes o delincuentes, se trasladasen al plano de lo político con el consiguiente establecimiento de severísimas sanciones contra los conductores.
“Cuando un avión se estrella, no los llamamos accidente”, dice la madre de Allison en su carta. “Todos esperamos una investigación a fondo de determine las causas y establezca los medios para evitar desastres similares en el futuro. Pero cuando un conductor borracho mata o mutila a alguien, como sociedad seguimos sin atrevernos a reclamar que el conductor rinda cuentas”. Quizás porque para entonces los medios de comunicación ya habrán hablado del “accidente”, informados a su vez por la autoridades de tráfico correspondientes que también dijeron “un muerto en accidente de tráfico”, finalmente un juez juzgará también como “accidente”, porque los siniestros viales, tanto los fortuitos como los que no lo son, continúan siendo legalmente “accidentes de circulación”. Y es así como acabamos convencidos de que la muerte de Allison era inevitable, algo de lo que nadie es responsable, porque fue solo un “accidente”.
No son accidentes, son siniestros de tráfico
Tristemente la cruzada de la madre de Allison no es nueva. Exactamente hace un año, aquí, en España, criminólogos viales, expertos en seguridad vial y víctimas del tráfico se pusieron de acuerdo para llamar a las cosas por su nombre –SINIESTRO DE TRÁFICO–, una larga reivindicación de las víctimas de los mal llamados “accidentes”, como mi querida Flor Zapata, entre otros muchos, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor borracho.
En criminología vial se habla de siniestro vial y no de accidente de circulación o de tráfico, aunque todavía sea la definición legalmente establecida, porque los especialistas descubrieron hace ya mucho tiempo que los “accidentes” no son en absoluto acontecimientos fortuitos, inevitables, impredecibles y dependientes de la suerte. “Si tenemos en cuenta los tiempos actuales, los avances del tráfico y, sobre todo de sus normas, principalmente las penales, con la tipificación de los delitos contra la seguridad vial, el término accidente va dejando de ser correcto para referirse a estos hechos –explica el policía, periodista y criminólogo Juan Antonio Carreras Espallardo–, ya que estamos diciendo que es algo que tiene que ver con el azar o la casualidad y como sabemos tiene poco de fortuito y eventual, sino más bien de evitable y negligente”.
Tenemos un largo camino por delante los criminólogos, las víctimas y el resto de la sociedad porque, mientras hasta la mismísima Organización de Naciones Unidas (ONU) continúe llamando a los sucesos del tráfico “accidentes”, habrá quien siga considerando inútil e, incluso, perjudicial, cambiar este término. Y señalo directamente al gigantesco negocio del automóvil. Pero como muy bien dice la madre de Allison, si el reto en seguridad vial es la Visión Cero, acabar con las muertes y lesiones graves del tráfico –el principio básico de la Visión Cero es que la vida y la salud no son intercambiables por otros beneficios para la sociedad, es decir, todo lo contrario de que el progreso tiene un coste o precio–, tenemos que empezar a cambiar, desde ya, nuestra forma de hablar sobre los sucesos del tráfico.
Si se pueden evitar, no son accidentes. Desde hoy vamos a dejar de usar esa palabra.