Por Maite Cañamares
En los últimos 50 años, el número de víctimas provocado por el alcohol al volante ha caído drásticamente, pero aún así se calcula que el alcohol es el causante de alrededor de 6.500 fallecidos cada año en las carreteras europeas.
En septiembre de 2011, el Parlamento Europeo abogó por establecer medidas legales comunes a todos los estados de la UE en materia de alcohol, pero desde entonces se ha hecho poco o, más exactamente, nada.
De todas las campañas de tráfico que he visto en las últimas semanas, me quedo sin duda alguna con la de Reino Unido realizada para conmemorar el 50 aniversario de su primera campaña de concienciación pública sobre alcohol y conducción. “En los últimos 50 años, las muertes por alcohol al volante han caído desde 1640 al año a solo 230…”. Y termina diciendo: “Pero 230 son todavía demasiados”. Lo que más me ha gustado del anuncio es, por supuesto, la maestría con la que se recurre al mítico “Celebration” de Koll & The Gang para, al más puro estilo británico, dar a entender que no hay nada que celebrar. Sobrecoge oírselo cantar a los que día a día conviven con la tragedia de los siniestros viales.
En España, según la DGT, el 12% de los españoles que conducen han consumido alguna droga ilegal y/o alcohol antes de conducir. El 43% de los conductores fallecidos en 2013 presentaron alguna sustancia psicoactiva en el organismo, siendo el alcohol la más común (67%), seguida de las drogas ilegales (35,4%). La nueva Ley de Tráfico aprobada en mayo de 2014 endureció las sanciones con multas de 1.000 euros para conductores reincidentes y para aquellos que superen el doble de la tasa permitida. Pero ¿qué se está haciendo a nivel europeo para erradicar esta lacra del alcohol al volante?
Pues poca cosa, por no decir nada. En verano de 2011, el Parlamento Europeo aprobó una resolución por la que instaba a la Comisión de Transporte de la UE a trabajar en tres medidas legales importantes:
- Establecer un límite de alcohol en sangre armonizado para todos los países de la Unión Europea (en la actualidad hay seis niveles diferentes permitidos, que van del 0,0 de República Checa, Hungría o Rumanía, al 0,8 de Reino Unido –salvo Escocia, que acaba de bajarlo al 0,5– y Malta).
- Tasa 0,0 para todos los conductores profesionales y noveles, ya existente en algunos países de la Unión (Alemania, Lituania han sido los últimos en sumarse, y ahora se estudia aprobarse en Francia).
- Instalación obligatoria de sistemas de bloqueo de alcohol –alcolocks– en todos los vehículos comerciales nuevos, así como en los vehículos de los conductores que tienen más de una condena por alcohol al volante.
Sin embargo, a día de hoy, aunque son cada vez más las voces que se elevan en defensa de la tolerancia cero, la Comisión Europea mantiene su recomendación en el 0,5 para conductores en general y 0,2 para conductores profesionales y noveles; y no se espera ninguna norma comunitaria en materia de alcolocks, siendo cada estado miembro el que legisle según su voluntad. En este sentido, Francia y Finlandia regula su uso obligatorio en el transporte escolar; Suecia, Bélgica y Holanda disponen de un sistema para conductores ebrios reincidentes y en Dinamarca se está elaborando la ley que regule su uso. En el resto de países, como en España, su uso es voluntario.
Lo que está claro es que todas estas medidas, además de viables, salvarían muchas vidas. Y que mientras se pueda seguir haciendo algo para reducir la siniestralidad no cabe presumir del descenso del número de víctimas, ni en Europa, ni aquí. Así que, menos ¡Celebration!