Los papás vuelven al trabajo; los niños, al cole; y el coche… Después de hacer un uso intensivo del vehículo y recorrer con él muchos kilómetros durante el verano, lo idóneo es revisarlo antes de reincorporarlo a los trayectos de rutina. Lo básico: presión de neumáticos y nivel de aceite.
Es gratis y no te va a llevar más de un par de minutos, pero es importante. Si revisaste los neumáticos antes de salir de vacaciones y desde entonces no has vuelto hacerlo, a día de hoy éstos no llevan la presión adecuada. Suponiendo que al sobrecargar el vehículo con el equipaje adaptaste al alza la presión, ahora tendrás que reacondicionar ésta a valores normales ¡es evidente! Por otro lado, las condiciones ambientales también son determinantes. La temperatura es un factor que influye directamente sobre la presión y en estas fechas en las que por el día hace calor y por la noche, algo más que fresco, conviene “perder” dos minutos para comprobar que nuestras ruedas no lleven menos aire del debido. Recuerda que los fabricantes estiman que la presión de los neumáticos baja alrededor de 0,5 por cada variación de 10 grados de temperatura, una información que hay que tener siempre presente, de cara al otoño, al final de cada verano.
Metidos ya en harina, nuestro consejo que es que también revises el nivel de aceite, una operación que es recomendable hacer cada 1.000 kilómetros. El desgaste del aceite varía mucho dependiendo del uso que hacemos del vehículo y pierde muchas propiedades a consta de sumar muchos recorridos cortos por los constantes arranques en frío. Si a esto le sumamos uno o dos viajes largos de cientos de kilómetros, habremos adelantado considerablemente su programa de mantenimiento, por lo que no está de más revisar el nivel antes de reincorporarnos a las rutinas del día a día. Recuerda que nunca es bueno llevar el nivel de aceite bajo por lo que si es necesario rellena con tu aceite habitual hasta que el nivel se sitúe entre el mínimo y el máximo de la varilla de control.
El calor y el esfuerzo al que se ha sometido el motor en desplazamientos largos multiplican el riesgo de averías, así que revisados neumáticos y aceite, dedica dos minutos más a chequear el nivel de refrigerante, comprobar el estado de los limpiaparabrisas y, por último, planificar una limpieza en profundidad del coche. Polvo, salitre del mar y la colección de insectos incrustados durante el viaje, pueden perjudicar, además de a la pintura, a algunas piezas fundamentales del vehículo.
Ante la duda, mejor poner el coche en manos de un profesional. No pongas tu seguridad en riesgo, evita sustos y acude a tu taller de confianza.