Pere Navarro regresa a la jefatura de la Dirección General de Tráfico, cuyo cargo ya ocupó entre los años 2004 y 2012. El gobierno recupera así al director de tráfico más conocido de los últimos tiempos –durante su mandato puso en marcha el carné por puntos– y el más apreciado y respetado en el sector –al lograr reducir drásticamente el número de víctimas mortales por siniestros viales–.
Ligado permanentemente a la seguridad vial, en los últimos años ha permanecido vinculado a esta última gracias a su labor de patrono en la Fundación Pons para la Seguridad Vial. No es amigo de morderse la lengua y aunque presume de los logros alcanzados por España, no repara en tirar de la orejas a quienes desperdician las oportunidades de mejorar y reducir el número de víctimas por siniestros viales. Constantemente reprocha que en nuestro país lo fiemos todo a las nuevas tecnologías, nos enfrasquemos en la tarea de buscar culpables y pasemos de las soluciones, mientras seguimos contando muertos. La reducción de la velocidad y la protección y emponderamiento de los colectivos vulnerables han sido siempre sus principales propuestas de solución.
El nuevo director de la DGT opina que la base de una buena planificación urbana ha de estar centrada en el peatón. Más de la mitad de la población vive en ciudades y andar, además de una necesidad del ser humano, no solo tiene implicaciones muy positivas para quien camina: “Cuando caminamos no provocamos ningún efecto indeseado en el resto de actores de la vía, como sí lo hacen el humo y el ruido de los vehículos motorizados, así como el espacio que ocupan (más si invaden zonas peatonales), claros ejemplos de efectos externos negativos”.
Con el objetivo de ayudar a los municipios a llevar a cabo acciones y políticas de movilidad peatonal en sus ciudades, Pere Navarro como patrono de Fundación Pons Seguridad Vial ha promocionado que “los peatones deben hacer las ciudades” dentro de la colección “Movilidad responsable, ciudades pensadas para caminar”, escrita por la asociación Ciudades que Caminan, y a la que también pertenece “Pontevedra, otra movilidad, otra ciudad”, en el que se describe la experiencia de transformación de esta pequeña ciudad entre los años 1999-2015.
“Las ciudades deben ser una extensión de las personas, no una barrera. Han de ser amables, no agresivas. Inclusivas, no exclusivas. Verdes, no grises. Nuestras, no de los coches. Eliminemos obstáculos, demos seguridad a los peatones, recuperemos el espacio que siempre ha sido nuestro. Convivamos de verdad sin excluir”.
“Es bueno recordar que mientras el transporte público, el automóvil y la bicicleta tienen sus carriles reservados y el peatón tiene su espacio en las aceras, las motocicletas no disponen de un espacio propio y tienen que compartirlo con los otros modos, lo que motiva que todos hablen mal de las motocicletas y que no se les dé la importancia que tienen y merecen desde las administraciones”. Pere Navarro apuesta porque la moto deje de ser la gran olvidada en las políticas de movilidad, pese a las ventajas de esta última respecto al coche para la circulación en ciudad. El nuevo director de la DGT reivindica la figura del responsable de la motocicleta en todas las mesas de diálogo sobre nuevos planes de movilidad, horas presenciales de seguridad vial al sacarse el permiso de conducir –tanto para las cuatro ruedas, como para las dos ruedas–, un curso de sensibilización sobre el manejo y riesgo de la motocicleta para los conductores con dos años de antigüedad en el permiso B que opten por llevar motos de hasta 125 cc. y formación en las empresas de reparto a domicilio en moto.
“Es la velocidad, estúpido”
Uno de lo más famosos mantras de Pere Navarro es que en España no se interioriza la velocidad como factor de riesgo en la conducción. Sirviéndose del famoso eslogan que utilizó Bill Clinton para ganarle las elecciones de George Bush en 1992 –“es la economía, estúpido”, Pere Navarro publicó en el Diari de Girona su ya famoso “És la velocitat, estúpid”.
Cansado de que se justificase el aumento del número de siniestros y víctimas mortales al envejecimiento del parque de vehículos, al mal estado de las carreteras y al incremento en el número de desplazamientos, Pere Navarro intentó reorientar el debate con un alto y claro: “Es la velocidad, estúpido”. En España la velocidad límite en carreteras convencionales es de 100 o 90 km/h dependiendo del ancho del arcén, el director de la DGT ya propuso en 2011 igualar la velocidad límite en 90 km/h con independiencia de la anchura del arcén para homologarnos con otros países de la UE, simplificar el cuadro de velocidades límite y facilitar la comunicación al conductor.
A esta medida se suma la recomendación de los 30 km/h en vías urbanas, un calmado del tráfico para reducir el número y las consecuencias de los atropellos, por la que siempre ha apostado Navarro. Una medida que enlaza con su idea de aprender a convivir y compartir los espacios públicos y las vías de circulación con peatones y ciclistas.
El adelantamiento a ciclistas
Sobre bicicletas, carreteras y seguridad vial, el nuevo director de la DGT también tiene un posicionamiento claro cuya clave vuelve a pasar por la velocidad, en esta caso en el adelantamiento a ciclistas. Pere Navarro reitera a menudo que el artículo 35.4 de la Ley de Tráfico dice que “el conductor de un automóvil que pretenda realizar un adelantamiento a una bicicleta debe realizarlo guardando una anchura de seguridad de al menos 1,5 metros”. Pero nada dice de la velocidad cuando, en seguridad vial, la gravedad de las lesiones siempre está relacionada con la velocidad. “Probablemente habrá que reducir sustancialmente la velocidad en la maniobra de adelantamiento porque no es lo mismo adelantar a un ciclista a 90 o 100 km/h que a 30 o 40 km/h. Parece lógico y razonable”.
